El actual gobernador del Banco de México, que dejará su cargo en algunos meses, ha sido una pieza fundamental para el devenir de la economía nacional desde la década pasada.

RRaghuram Rajan tenía pocos días de encabezar el banco central de India cuando en 2013 asistió a una reunión con sus homólogos en la ciudad de Basilea, la sede del Banco de Pagos Internacionales (en inglés, BIS), el banco central de los bancos centrales. Rajan tenía un reto mayúsculo: la inflación de su país superaba el 10% y la rupia había caído a un mínimo histórico frente al dólar.

En un encuentro con Agustín Carstens, un viejo conocido con quien trabajó en el Fondo Monetario Internacional (FMI), el mexicano le dijo: “Mira, olvídate de la moneda, concéntrate en la inflación”.

“Ése fue el consejo correcto –dice Rajan–. En la India construimos un objetivo de inflación”, cuenta desde la Universidad de Chicago. Antes de dejar el cargo en 2016, la inflación de su país descendió a la mitad.

Domesticar la inflación ha sido la principal meta de Carstens desde que fue designado gobernador del Banco de México (Banxico) en 2010. “La ley no nos deja elegir”, sostiene desde su amplia oficina en el edificio ubicado en la calle 5 de Mayo, en el Centro Histórico, sede de la institución desde 1925.

quote 1Banxico debe mantener la inflación alrededor de un objetivo establecido, que es de 3% anual, con un intervalo de variabilidad de más menos un punto porcentual.

Lograr ese nivel va más allá de que la ley lo diga. “Tengo el convencimiento personal de que es la mejor manera en que el Banco de México puede ayudar a la sociedad”, dice con su característico tono de voz mesurado.

Carstens llegó al órgano autónomo luego de que, en 2009, el presidente Felipe Calderón lo postuló al cargo. “Siempre fue el candidato número uno”, dice el expresidente mexicano.

“Como buen economista está consciente de que la estabilidad de precios y del sistema financiero es una precondición para conseguir lo que uno quiere en cualquier caso, que es crecimiento económico”, dice, desde Washington, Manuel Suárez-Mier, profesor de licenciatura de Carstens en el ITAM.

Y sí, la mayor parte de su gestión logró mantener la inflación dentro del objetivo: el promedio anual entre 2010 y 2016 fue de 3.6%. Pero 2015 fue un año especialmente bueno, ya que cerró en un mínimo histórico de 2.1%.

La cifra fue, en parte, producto de una baja en los precios de los servicios de telefonía como resultado de la reforma de telecomunicaciones y un buen manejo de las expectativas inflacionarias.

El sueño duró poco. Desde mediados de 2014, el peso mexicano comenzó a caer frente al dólar ante el temor de que la Reserva Federal de Estados Unidos comenzaría a elevar su tasa de interés referencial, restando atractivo al peso.

Además, las elecciones presidenciales de ese país en 2016 dieron un duro golpe al peso y lo hundieron 10.7% en dos meses.

En medio de esa “tormenta”, como el propio Carstens lo calificó, anunció su renuncia para irse a dirigir el BIS.

La noticia inquietó a economistas, políticos y funcionarios. El economista de 59 años hizo diversas aportaciones a la economía mexicana en su paso por el banco central , la Secretaría de Hacienda y el FMI los últimos 20 años.

Amigos, compañeros y analistas entrevistados coinciden en que lo que hace especial a Carstens es una combinación de inteligencia, disciplina y sensibilidad.

“La preocupación que me asaltó al saber de su salida es: quién con esa imagen hacia adentro y hacia fuera de nuestro país puede sustituir felizmente a Agustín”, dice Francisco Gil Díaz, quien lo llamó a su equipo cuando fue secretario de Hacienda en 2000.

Carstens se va cuando la inflación alcanza niveles no vistos en casi ocho años, después de haber entrado al banco central con el indicador en 3.6%. La expectativa es que termine el año por arriba de 6%.

De auxiliar a gobernador

“Carstens es dedicado, muy responsable y conocedor de la banca central. Tuvo una gran trayectoria y conoce todos los detalles del Banco”, señala Manuel Sánchez, exsubgobernador de Banxico.

Los temas monetarios y cambiarios han estado presentes en la vida del gobernador desde que comenzó su carrera.

En 1980, antes de graduarse del ITAM, Carstens ya trabajaba en el área de Operaciones Internacionales del banco central como analista auxiliar, un año después pasó a cambista auxiliar.

Miguel Mancera Aguayo, director y luego gobernador de Banxico, conocía al padre de Carstens, por lo que le siguió la pista, y cuando fue oportuno, reclutó al alumno que se graduó con mención honorífica de la licenciatura de Economía del ITAM.

quote 2El interés por estudiar su doctorado en la Universidad de Chicago llegó a la mente de Carstens en 1982, al concluir la licenciatura. Recurrió a su maestro, Manuel Suárez-Mier, para que lo ayudara, pues había pasado ya la fecha de inscripción.

“Llamé al director de Economía en Chicago, mi amigo Al Harberger, y me dijo que tenía una sola bala de plata”, cuenta Suárez-Mier. “Después de que Carstens acabó su doctorado en tiempo récord, Harberger me dijo que tenía las balas que quisiera”.

Carstens se distinguió en Chicago por su gran disciplina académica, se doctoró en Economía en 1985: terminó en tres años la maestría y el doctorado, con la tesis doctoral A Study on the Mexican Peso Forward Exchange Market. Allá se enamoró de su esposa, también economista, Catherine Mansell. Al terminar su doctorado volvió a Banxico como analista de mercado.

Su dedicación en la administración pública dio varios frutos. Fue autor de varias innovaciones para mantener un sistema financiero sólido y una banca bien capitalizada para evitar otra crisis como la de 1995, cuando quebraron los bancos mexicanos.

“Promovió con José Antonio González (director de Pemex) la nueva ley del mercado de valores (2005), reformas a la legislación financiera para atender los problemas que enfrentamos en la época de la crisis. Fue una época de gran transformación”, cuenta Francisco Gil Díaz, secretario de Hacienda durante el gobierno de Vicente Fox.

Él invitó a Carstens a trabajar como subsecretario de Hacienda en 2000.

Eran viejos conocidos y amigos, Gil Díaz era subgobernador de Banxico en 1994 cuando Carstens dirigía la división de Estudios Económicos. “Agustín fue muy creativo”, añade Gil Díaz.

En ese entonces también promovió una legislación para tener alertas tempranas que advierten sobre el nivel de capitalización de los bancos e introdujo reformas de saneamiento al sistema financiero.

quote 3Las iniciativas de Carstens tuvieron incluso alcance global. A raíz del impago de Argentina –recuerda Gil Díaz– los siete países más poderosos agrupados en el G7 empujaban una iniciativa para crear un tribunal que dirimiera conflictos entre los países emergentes y sus acreedores. La idea no agradaba a México ni a Brasil

Carstens entonces ideó las cláusulas de acción colectiva que establecen que durante una crisis que pueda derivar en impago, si menos de 100% de los acreedores vota a favor de los términos de reestructuración de la deuda, los que no votaron a favor están obligados a aceptarla. Las emisiones con esas cláusulas resultaron un éxito y no aumentaron el costo de la deuda.

el gran negociador

Su inteligencia como economista se combina en Carstens con su trato amable y paciencia, y propician una habilidad poco conocida, la de negociar. Por ella logró la aprobación de reformas poco populares.

“Es una parte de su personalidad que fue trabajando, es muy paciente y tiene muy buen carácter. Nunca lo he visto perder la calma”, cuenta Suárez-Mier.

Esa habilidad y su capacidad como economista fueron puestas a prueba a los dos años de ser secretario de Hacienda del presidente Felipe Calderón, con el estallido de la crisis financiera en Estados Unidos.

“Cuando Estados Unidos tiene neumonía, México tiene solo un catarrito”, dijo Carstens en febrero de 2008 en una rueda de prensa para describir el impacto que tendría en México la crisis del vecino país.

La frase le granjeó críticas, pues en realidad la economía iba en picada. En 2009, el PIB cayó 4.5%. “Ya no voy a hablar en términos médicos. Soy doctor en Economía, no en Medicina”, dijo para retractarse.

La reacción del gobierno de Calderón a una de las peores crisis implicó la propuesta de un paquete económico con un aumento importante del gasto público, y el recorte de tasas de interés de parte del banco central, entonces dirigido por Guillermo Ortiz.

quote 4“Es la primera vez que México aplicó una política tanto monetaria como fiscal contracíclica”, recuerda Alejandro Werner, en ese momento subsecretario de Hacienda y ahora director del departamento del Hemisferio Occidental del FMI.

Para paliar la crisis le tocó negociar medidas fuertes en un contexto de polarización política. El paquete económico implicaba subir en 1% el IVA y el ISR, además de un ajuste fiscal.

Calderón propuso el cierre de la paraestatal Luz y Fuerza del Centro.

“Hubo mucha oposición en el Congreso. Fue fundamental el trabajo de Agustín para sacar el paquete. Él negoció que el PRI aceptara aumentar el IVA y el ISR”, cuenta Calderón.

Las dolorosas medidas dieron resultado: la economía rebotó 5.1% en 2010.

“Nunca sentí que estuviera nervioso, siempre mantenía una gran sangre fría”, cuenta el entonces titular de Planeación Económica, Miguel Messmacher, y ahora subsecretario de Ingresos. Como jefe es estricto y exige un alto nivel intelectual y académico, pero tiene un gran sentido del humor, refiere. “Así como había momentos difíciles también nos tocaba relajarnos un poco”, recuerda. Se sabe que dos de sus mayores gustos son el beisbol y sus mascotas, dos perros pug.

Su gestión ante la crisis tuvo su recompensa. A finales de 2009, Calderón postuló a Carstens como gobernador de Banxico.

¿El todopoderoso?

La salida de Carstens generó temores durante varios días, pero, a decir del propio banquero, sus colegas y analistas, la Junta de Gobierno del Banco de México como la institución son lo bastante sólidas con o sin Carstens. “Es desproporcionado pensar que el Banco de México se va a acabar porque se vaya Carstens”, dice Manuel Sánchez.

La Junta se compone de cuatro subgobernadores cuyo voto, a la hora de tomar la decisión de política monetaria, vale igual que la del gobernador. Pero, para algunos analistas, Carstens acumuló demasiado poder como banquero central, lo que hace que la balanza se incline hacia el lado que él desea.

Con la llegada de Alejandro Díaz de León para sustituir a Manuel Sánchez, a inicios de 2017, la Junta quedó conformada por cuatro economistas formados en Banxico y allegados a Carstens, a diferencia de la Junta anterior, con Guillermo Ortiz, que tenía mayor diversidad, con dos subgobernadores del sector privado.

Otro tema que genera críticas es que Banxico mantuvo su tasa de interés de referencia en niveles mínimos ante la caída del peso. El banco la fijó en 3%, un mínimo histórico, desde mediados de 2014, y pese la depreciación del peso desde mediados de ese año, elevó el precio del dinero hasta 2016.

“Hubo un manejo muy exitoso de las expectativas en 2014 y 2015, con el discurso de Banxico de que la inflación baja era un evento permanente”, destaca Alfredo Coutiño, director general para América Latina de Moody’s Analytics

Si bien en 2015 la inflación cerró en un mínimo histórico de 2.1%, los precios al productor aumentaron a tasas de 4%, muestra de que estaban conteniendo los precios.

El golpe final lo asestó la liberalización de los precios de la gasolina. Al cierre de abril, la inflación cerró en 5.8%, un máximo de casi ocho años, y varios economistas no dudan que se acelere 6%.

“Es muy difícil juzgar al Banco y decir si llevaron la tasa muy baja, con la información disponible creo que no fue incorrecto. Pero tampoco me queda claro qué tanto ganó la economía”, apunta Benito Berber, analista en Nueva York de Nomura.

Carstens vs videgaray

Luis Videgaray El ambiente de bajas tasas de interés en México y el mundo fue aprovechado desde 2013 por Hacienda, entonces liderada por Luis Videgaray, quien aceleró el endeudamiento para apuntalar el crecimiento.

Del cierre de 2012 a 2016, la deuda to tal de México se incrementó en 14 puntos porcentuales para representar 50.5% del PIB, lo que tiene la calificación crediticia de México en la mira de las agencias calificadoras.

Ante esto, desde mediados de 2015, las minutas del Banco de México dejaban ver que algunos de sus miembros estaban preocupados por la situación de las finanzas públicas y señalaron que para mantener un marco macroeconómico sólido sería necesario consolidar los esfuerzos recientes en el ámbito fiscal.

“En el tiempo de Luis Videgaray como secretario de Hacienda, fue cuando más tuvo injerencia en el banco central, tratando de que no fueran tan ortodoxos” –dice Joel Martínez, director general de Visor Financiero–. Sé que había un pleito entre Carstens y Videgaray. Agustín jamás estuvo muy conforme con eso y siempre hubo fricciones entre ambos”.

El propio Carstens dice que ya es hora de que la política fiscal y las reformas estructurales hagan su papel para apuntalar la economía que, en los últimos 20 años, ha crecido a un promedio anual de 2.5%.

El llamado de Basilea

El reconocimiento hacia el trabajo de Carstens ha trascendido fronteras. El 1 de diciembre de 2016 sorprendió al país con una noticia que fue una cubetada de agua en medio de uno de los momentos económicos más complicados de los últimos años.

Ese día anunció su decisión de dejar Banxico para encabezar el BIS. Tras la sorpresiva victoria de Donald Trump el tipo de cambio tocó un máximo de 22 pesos por dólar y la inflación mostraba signos de aceleración.

Las críticas por aceptar esa posición en un momento difícil para México no se contuvieron. Ese día, con un tono de alegría por su nombramiento, pero intentando ser tranquilizador dijo ante la prensa: “No estoy abandonando el barco en medio de la tormenta.

Gráfica: Paseo por las nubes, el dólar juega en contra de Carstens

Espero que la tormenta no dure tanto y que quede claro que aquí estaré trabajando”.

El interés de Carstens por los organismos multilaterales lo ha caracterizado desde que comenzó su carrera. En 1999 fue director ejecutivo del FMI y después de ser subsecretario de Hacienda regresó ahí como subdirector gerente.

En 2011 se le presentó la posibilidad de presidir el organismo y compitió con la francesa Christine Lagarde. El proceso no resultó terso e, incluso,afirmó que existía una campaña en su contra. Lagarde resultó la ganadora.

Pero su paciencia sería premiada. El 1 de diciembre de 2016 temprano recibió la llamada de uno de los hombres más influyentes de Europa, Jens Weidmann, el presidente del Banco Central de Alemania y jefe de la junta de directores del BIS, para invitarlo a encabezar el organismo.

La decisión del consejo del BIS, compuesto por figuras como Mario Draghi, líder del Banco Central Europeo, o Mark Carney, del Banco de Inglaterra, para elegir al mexicano fue unánime. Carstens será el nuevo banquero central del mundo.

“Yo creo que es una bandera de México en esas latitudes”, dice Carstens, el primer banquero central de una economía emergente en ocupar esa posición.

En el BIS, el economista tendrá que asistir y ser una especie de consejero para los 60 bancos centrales que lo integran, en un contexto en el que algunos se encaminan a transitar de bajas tasas de interés a aumentar el precio del dinero. No obstante, en febrero decidió posponer su salida hasta el 30 de noviembre para ayudar a estabilizar el peso y contener la inflación.

“Una manera equilibrada de yo servirle más al país y de estar acompañando al Banco en estos meses de retos, y no sacrificar la posibilidad de asumir la gerencia general en el BIS”, cuenta.

Carstens deja la película de terror

Carstens dejará Banxico en momentos en los que la economía mexicana tiene importantes presiones inflacionarias y de cara a la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

“Sólo hemos visto los cortos de una película, la de suspenso empezó hace muchos meses y la de terror todavía no la vemos”, señaló Carstens en diciembre.

Sus intentos por mantener la inflación bajo control llevaron a la Comisión de Cambios (integrada por Hacienda y Banxico) a jugar una de sus últimas cartas para tratar de aminorar la depreciación del peso y, con esto, evitar un mayor contagio a la inflación. A inicios de marzo lanzó un programa de coberturas cambiarias que asegura el tipo de cambio a quienes las contratan.

“Una parte muy importante es seguir insistiendo en mantener un marco macroeconómico sano. Es lo que permite tener estabilidad financiera y que haya más posibilidades de crecimiento”.

Pero México se encamina a crecer apenas 2.1% en esta administración. Un nivel semejante al promedio anual de los últimos 20 años, de 2.5%.

Carstens pronostica que, a inicios de 2018, la inflación regresará a la meta.

“Ha sido relativamente bueno. Se logró reducir la inflación por abajo del objetivo por algunos meses. Pero algunos errores están resultando en una inflación al alza que van a tardar algún tiempo para volver a domesticarla”, afirma Coutiño.

México aún deberá sortear desafíos en una película en la que Trump se ha impuesto como protagonista, dice Carstens.

Aun así, el banquero que alguna vez dijo que sólo los ladridos del perro de su vecino le quitan el sueño se muestra confiado.

“La realidad es que sigo durmiendo bastante tranquilo. Hay días que duermo mejor que otros”.

Nota del editor: este texto fue el artículo de portada de la edición 1213 de la Revista Expansión, publicado el 1 de junio de 2017.