Un auto deportivo quedó dañado por los escombros caídos de los inmuebles en la calle de Orizaba y Chihuahua.

Por Roberto Cisneros

El riesgo, el temor y la zozobra no cesan en la Ciudad de México 24 horas después del sismo magnitud 7.1 que dejó más de 200 personas muertas –la mitad de ellas en esta capital–, cerca de 40 edificios derrumbados y a la mayoría de los habitantes en estado de shock.

Los capitalinos despertaron este miércoles para continuar las labores de rescate, retiro de escombros, atención a los más damnificados, e incluso para iniciar el inventario de daños.

Ya bajo la coordinación del Ejército y la Marina, bomberos, militares, policías y brigadistas continúan los trabajos improvisados por voluntarios este martes tras el movimiento, con la intención de realizarlos de la manera más ordenada y profesional posible, para maximizar las posibilidades de rescate de sobrevivientes.

Este es otro inmueble ubicado en Av. México en la colonia Condesa que resultó fuertemente dañado.

Filas de especialistas forenses se forman en la calle de San Luis Potosí, al lado de los campamentos repletos de víveres, a la espera de que los policías que resguardan el área les den ‘luz verde’ para acceder al perímetro del edificio colapsado en la esquina de Medellín.

Los escombros ahí permanecen desde el desastre, pero la organización ya contrasta con el caos de brigadistas, voluntarios, trabajadores de la construcción, reporteros y otros curiosos que el martes pululaban entre escombros y cables de luz. El griterío ha sido sustituido por ruido de máquinas que remueven los restos de lo que fuera una tienda de colchones y oficinas en los cinco pisos del edificio.

El cerco sobre Álvaro Obregón es impenetrable, para permitir las difíciles labores de rescate en el edificio que aún ocupa el número 286 de dicha avenida, del cual cayeron sus pisos superiores pero no el inferior. El riesgo de que la base ceda a los escombros es un peligro para los rescatistas, quienes no obstante han logrado sacar a una veintena de personas y existe la esperanza de que esté con vida otro tanto similar.

El Parque México fue habilitado como un improvisado centro de acopio para los damnificados del sismo de 7.1 que sacudió a la Ciudad de México.

El circuito de Ámsterdam, en la Colonia Condesa, los voluntarios se forman dependiendo de su contribución: ingenieros, médicos, brigadistas y quienes acuden a retirar cascajo, con la condición de que se presenten con casco y guantes adecuados. Ríos de personas buscan donde pueden ser útiles, mientras el personal capacitado los guía para evitar las zonas que aún podrían representar un riesgo.

Mientras que el Parque México se convirtió en un centro de acopio de agua, alimentos, ropa, colchonetas y cobijas, la Plaza Popocatépetl se especializó en suministros médicos.

Este edificio ubicado en la Avenida México frente al Parque México se encuentra en riesgo de colapso.

“Las personas que estamos viviendo esto y estamos viendo cómo está sabemos la gravedad del asunto. Les pedimos de verdad que nos ayuden a traer víveres y lo que necesitamos para dar la atención”, llama a la población Vanessa Arreguín, paramédica que coordina la recolección de material de primeros auxilios, en tanto que otras secciones de la fuente juntan sueros, soluciones, medicamentos e incluso suministros veterinarios.

Adiós a la Roma

Víctor Ramos entra y sale corriendo del edificio que habitaba en la calle de Tabasco, Colonia Roma Norte, de donde intenta sacar sus pertenencias personales y lo más valioso que pueda recuperar ante el miedo de que el inmueble que quedó muy deteriorado se venga abajo.

Decenas de voluntarios se dieron cita en el parque para recibir y acomodar los víveres que la gente llevó para ayudar a los afectados por el sismo.

“La persona de Protección Civil nos dijo que era básicamente inhabitable y que si queríamos entrar por nuestras cosas era bajo nuestro propio riesgo, pero pues está cañón (no entrar) a rescatar algo”, comenta a Expansión mientras se recupera de la agitación de la faena.

Los efectos del desastre natural no es la única preocupación de los vecinos. “Tratamos de proteger el edificio porque ha estado habiendo rapiña por aquí en la Colonia. Ha estado bastante feo. Pusimos candados al máximo a las puertas, y nadie se quedó”, agregó el joven quien tras cinco años de vivir en la Roma con su novia decidió decirle adiós a una de las zonas más vibrantes de la Ciudad por sus bares, restaurantes y parques públicos.

Un edificio al lado de la sede el PRD capitalino en la calle de Colima y Jalapa, en la colonia Roma, se vino abajo con el sismo.

“Dejas gran parte de tu vida, tu historia, tus cosas ahí”, se lamenta. En su visión, un poco de tranquilidad bien lo vale.

La estampa se repite en la Avenida México de la Colonia Condesa, donde algunos edificios de departamentos quedaron inutilizables frente al Parque España, y en la Colonia Roma, donde los empleados de una boutique en la calle de Colima sacan la ropa llena de polvo.

“Afortunadamente no pasó nada, solo lo que ves, Todos alcanzaron a salir”, cuenta uno de los trabajadores. Aquí, a diferencia de tantos otros, no hubo más que daños materiales que lamentar.

Los escombros de los edificios que se colapsaron fueron colocados en esta esquina de Orizaba y Chihuahua.