Por Jesús Almazán e Ivet Rodríguez
Gente de un lado al otro con el interés de apoyar en labores de rescate es lo que se vio ayer miércoles por las calles de San Gregorio Atlapulco, uno de los pueblos originarios de Xochimilco que más daños sufren tras el sismo del martes pasado y donde se percibe un desorden.
El acceso a “las tierras del fango” es complicado, pues no hay entrada a vehículos que se tienen que quedar en Santa Cruz, el pueblo cercano en donde queda varada la ayuda de alimentos y material para rescatistas.
Por las calles del barrio ubicado al sureste de la capital mexicana se ve el andar de voluntarios con víveres y agua.
Al llegar al barrio se observa a decenas de casas destruidas o a punto de caer, la gran mayoría, si no es que todas, son de autoconstrucción.
“Teníamos miedo de entrar por el temor de que se cayera la casa”, dijo Sergio Gutiérrez quien junto con su familia ahora duermen en su automóvil. “Tras el sismo cuando entramos a la casa vimos muebles volteados, roperos y la televisión caídos”.
Los voluntarios que logran llegar a lugar apoyan en el retiro de los escombros y apoyan en el rescate de bienes de los habitantes.
Una ayuda que conmociona a los afectados como Víctor Manuel quien desde el lunes se sentía abandonado, pero al ver a los voluntarios se sintió apoyado aunque su casa está por derrumbarse.
Víctor Manuel, profesor de educación física jubilado, se mostró conmovido pos la ayuda.
La incertidumbre y tristeza de los afectados fue mayor cuando elementos del ejército y la policía federal señalaban que se suspenderían las labores de rescate de personas al no tener más desaparecidos.
Voluntarios discutían con los elementos de seguridad para acceder a la zona con la intención de ayudar ante la desorganización que privaba en las zonas de difícil acceso.
Pero aun así, diversos voluntarios en motocicletas y bicicletas con botellones de agua y comida lograban llevar ayuda a las zonas de difícil acceso.
Los vecinos dispusieron de contactos para que afectados y voluntarios cargaran sus celulares.
Rumbo a Santa Cruz, el otro barrio afectado, las familias fuera de sus casas esperan ayuda donde el acceso es solo a pie.
Un acceso complicado a la zona que comenzó a ser apoyada varias horas después del sismo, pero que espera levantarse con la fortaleza que le dan sus siglos de historia.