Por Roberto Cisneros
Foto: Jesús Almazán

CIUDAD DE MÉXICO (Expansión) - A 72 horas del sismo que dejó fracturado al corredor Roma-Condesa de la capital del país, mucho ha cambiado en la ‘zona cero’ de Álvaro Obregón 286, menos los ánimos encendidos para motivar a quienes continúan con los trabajos de rescate en la búsqueda de sobrevivientes.

Lo que tras las primeras horas del siniestro del martes era un bullicio de voluntarios cargados con víveres, herramientas o la simple intención de ayudar en lo que se ofreciera; vecinos sacando sus pertenencias de maltrechos inmuebles aledaños; reporteros y camarógrafos de todas partes del mundo; policías, bomberos y militares trabajando codo con codo con brigadistas, e incluso curiosos, este viernes ya luce bajo un estricto control.

El acceso a la zona alrededor de Álvaro Obregón 286 está estrictamente controlado.

Las tareas de búsqueda están reservadas para los expertos nacionales y extranjeros que colaboran para encontrar a una cantidad que se estima en al menos 15 personas, atrapadas bajo los escombros de lo que fue un edificio de seis pisos de oficinas de abogados y contadores, mientras que más de 25 han sido encontradas en tres días de trabajos.

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Policías mantienen el cerco en torno al área siniestrada. No está permitido el paso más que a los brigadistas seleccionados, sin excepciones. Militares vigilan las inmediaciones y apoyan las labores dentro del perímetro.

Los voluntarios hacen fila en la acera donde estaba el inmueble, bajo la estricta coordinación de líderes de brigada; solo tendrán oportunidad de aproximarse quienes lleven equipo completo —casco, guantes de carnaza, botas y herramientas como pico o pala— y vayan sin mochila.

Después de tres días de trabajos, el cansancio es visible entre los brigadistas.

Los centros de acopio fueron movidos al Parque México y otras plazas, para no estorbar las labores y evitar aglomeraciones innecesarias, y en el área ya solo hay pabellones con los víveres indispensables de momento.

Un encargado de almacén vocea los materiales urgentes conforme los trabajos los requieren: mensajeros en bicicletas los van a buscar a puntos de acopio cercanos y los reporteros presentes y ciudadanos en general lo difunden a través de las redes sociales.

Los edificios cercanos que resultaron afectados ya están desalojados, y los que no tienen mayores daños también lucen abandonados; muchos de los negocios que abrieron los días previos para recibir donaciones o atender a los rescatistas prefirieron cerrar.

La prensa está confinada en un corral donde convive con voluntarios que ofrecen alimentos e incluso atención psicológica.

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En algunos puntos se ofrecen ciudadanos a los ciudadanos.

A 72 horas del sismo, un periodo que las normas estandarizadas consideran el marco en el que hay posibilidades de encontrar sobrevivientes, los coordinadores enfatizan que el ánimo no decae pero ya se deben activar protocolos preventivos de higiene: todos quienes permanezcan en el campamento deben usar cubrebocas, frotarse constantemente las manos con gel desinfectante y se prohíbe el consumo de alimentos preparados, solo se permiten aquellos que vengan en empaques individuales y que se terminen en el momento.

Unas horas antes, la repartición de alimentos calientes había dibujado sonrisas en quienes se mantienen en la zona a la espera de noticias, pero ahora —si se quedan ahí— tendrán que volver a conformarse con papas fritas, galletas procesadas, agua embotellada y refrescos en lata.

“No está pasando nada raro, es algo preventivo”, insiste Ana Murguía, integrante de los equipos de epidemiología del Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas (ERUM).

En efecto, los humores en el campamento revelan que demasiada gente ha estado demasiado tiempo en el reducido espacio y sin las condiciones de higiene y ventilación ideales, tras tres días de trabajos bajo sol y lluvia.

Con una decena de brigadistas interviniendo de forma quirúrgica el edificio colapsado como telón de fondo, decenas de voluntarios se mantienen afuera del área restringida, expectantes a la primera oportunidad de ser requeridos. Todos quieren ayudar, pero las opciones ya están limitadas para los más idóneos.

En los puntos de rescate se pide extremar precauciones en materia de higiene con la finalidad de prevenir infecciones.

En algunos todavía se solicitan materiales para remover escombros

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