Empresas que
salen a la calle

Cientos de compañías y directivos participaron junto a los miles de voluntarios en las labores de rescate tras el sismo, y ahora afrontan la reconstrucción. Ésta es su historia.

Por: Ana Valle, Ivet Rodríguez, Liliana Corona, Gonzalo García, Adrián Estañol, Édgar Sigler, Sheila Sánchez y Mariana Alvarado.

José Shabot, fundador y director general de la constructora y desarrolladora inmobiliaria Quiero Casa, estaba en su oficina de Ejército Nacional, en la Ciudad de México, cuando el martes 19 de septiembre, a las 13:14 horas, todo comenzó a moverse por un sismo de 7.1 grados. Su primera reacción fue llamar al gobierno de la ciudad para preguntar si podía apoyar en algo.

Quien respondió fue Salomón Chertorivski, titular de la Secretaría de Desarrollo Económico. “Me contestó como a 15 minutos del sismo, y me dijo que estaba en Escocia y Edimburgo (en la colonia del Valle), en un edificio que se había caído. Me dijo que me fuera para allá, y lo hice corriendo, cuenta. Se metió a los escombros con otros voluntarios que estaban en la zona para mover piedras, recuerda, mientras en sus ojos asoman lágrimas.

Ese mismo día, Shabot comenzó a estructurar un plan de apoyo, y armó un chat con otros desarrolladores de vivienda y constructores. Logró juntar a más de 300 empresarios, de firmas afiliadas al Consejo Coordinador Empresarial (CCE), la Asociación de Desarrolladores Inmobiliarios (ADI) y las cámaras de vivienda (Canadevi) y construcción (CMIC).

José Shabot se encargó de coordinar a los constructores.

“NOS LLEGARON CAMIONES COMPLETOS CON HERRAMIENTAS.

MUCHAS EMPRESAS VACIARON LOS ALMACENES DE SUS OBRAS PARA MANDARNOS TODO LO QUE HICIERA FALTA”.

José Shabot , de Quiero Casa.

Para entonces, había más de una decena de edificios derrumbados en la zona centro de la ciudad. Sólo dos horas después del sismo, los empresarios ya estaban enviando empleados, maquinaria y herramientas –grúas para levantar losas, cortadoras, rotomartillos, camiones– al estacionamiento de Comercial Mexicana, en la Del Valle. En poco tiempo, juntaron más de 100 millones de pesos en herramientas, más toda la maquinaria que estaban utilizando en construcciones en la Ciudad de México.

“Nos llegaron camiones completos con herramientas de Truper y de ferreteros. Muchas empresas vaciaron los almacenes de sus obras para mandarnos todo lo que hiciera falta, y se volvió el parque de materiales para la ciudad”, destaca Shabot. En su teléfono abrió seis chats con empresarios, autoridades y colaboradores para atender las necesidades de todos los puntos de rescate. Ahí recibía más de 300 mensajes por hora. A continuación, enviaban el material lo antes posible. Shabot lo gestionó todo desde una oficina de un notario en la Del Valle. “No ha podido usarla desde entonces, pues hoy es un centro de acopio”, dice entre risas.

Al margen de esta iniciativa, otras compañías pusieron su esfuerzo. La constructora española Aldesa, por ejemplo, también envió maquinaria y organizó 40 brigadas de entre 10 y 12 personas cada una, que ayudaron a quitar escombros en Jojutla, una de las poblaciones más afectadas de Morelos –donde tiene una oficina–, y en la capital. En total, trabajaron en 23 viviendas, cinco edificios y dos escuelas, entre éstas, la Enrique Rébsamen, donde fallecieron 19 niños y seis adultos. “Aportamos hasta cuatro toneladas de material, operadores de planta, de grúas, maniobristas”, cuenta Mar Pedreño, directora de Comunicación y Responsabilidad Corporativa de Aldesa.

El sismo dejó más de 300 muertos en la Ciudad de México, Morelos, Puebla, el Estado de México, Guerrero y Oaxaca. Sólo en la capital, quedaron 44 edificios derrumbados, otros 30, en riesgo inminente de colapso, y casi 2,000, con diferentes afectaciones, según los datos al cierre de septiembre. Igual que estos constructores, miles de voluntarios y cientos de empresas y directivos salieron a las calles a ayudar en los rescates y el retiro de escombros.

Francisco Sánchez, gerente de la constructora italiana Bonatti en México, fue uno de ellos. El día del terremoto, también llegó a la Del Valle. “Me di cuenta de que no tenían gente que supiera de construcción, de demolición, de cómo realizar el levantamiento de un bloque de concreto con la grúa, y me ofrecí a ayudarles. Al ver que sabía de lo que hablaba, el general de Marina me dio la bienvenida y el delegado de Protección Civil me nombró su mano derecha. Desde entonces, llevo cuatro días y medio sin dormir, he salido a casa a ver a mi familia sólo un momento”, cuenta, seis días después del sismo. La noche anterior, rescató un cuerpo del edificio colapsado en Edimburgo y Escocia. “Estuve hora y media picando una losa yo solito, porque había que hacerlo con cuidado para no dañar el cuerpo de la señora que estaba abajo”. Había fallecido. Sin embargo, más de 50 personas fueron rescatadas con vida en esos días gracias a los voluntarios y las autoridades.

“Estamos aprendiendo que somos un solo México, en donde los empresarios no vamos aparte”

Juan Pablo Castañón, del CCE.

Según el CCE, que agrupa a los principales organismos empresariales del país, en los ocho días posteriores al sismo, las compañías movilizaron más de 90,000 herramientas y material de construcción, 134 toneladas de comida y 1,300 camiones para transportar víveres y personal. “Éstos son episodios que duelen, pero que pueden ser transformadores a nivel social, como lo fue el sismo del 85. Salieron cosas buenas, como una sociedad y un empresariado organizados”, afirma Shabot. “Si el empresariado continúa organizado para ayudar a la reconstrucción de la ciudad, no sólo se reconstruirá, también se regenerará”.

Cifras

En sólo ocho días las empresas movilizaron:

Respuesta inmediata

Cuando tembló, Juan Pablo Castañón, presidente del CCE, se encontraba en una junta en el piso 16 de la Secretaría del Trabajo, en Paseo de la Reforma. “Nos movimos al área de los elevadores, que son las columnas estructurales más fuertes del edificio”, cuenta. En cuanto pasó el miedo, se puso manos a la obra: llamó a las autoridades y a los presidentes de las agrupaciones empresariales, y comenzó a coordinar la ayuda. “Las empresas respondieron inmediatamente, nacionales y extranjeras: empresas que buscaron dentro de su bodega los materiales que se estaban necesitando, empresas que establecieron centros de acopio, empresas que donaron pipas de agua cada tres o cuatro horas. Hay miles de casos” destaca.

Expansión contactó a más de 30 compañías y empresarios que pusieron su granito de arena. Todos dijeron que no querían protagonismo, pero, al final, contaron sus historias.

La tarde de ese 19 de septiembre, Craig Breese, presidente de Honeywell Latinoamérica –la empresa manufacturera estadounidense especializada en productos de seguridad–, pasó varias horas al teléfono para coordinar el envío de 50,000 unidades de equipo de protección, como cascos y máscaras, a la Ciudad de México. “Había muchos voluntarios, pero no tenían los equipos de protección adecuados. Vimos ahí una oportunidad para ayudar, ya que producimos este tipo de equipo en nuestra planta de Mexicali”, explica.

Apoyo. Cientos de empresas aportaron sus recursos, como Honeywell, que envió maquinaria y herramientas, y Gruma, que proporcionó 22 toneladas de harina de maíz. (Foto Especial)

Esa misma tarde, la empresa movilizó este material en aviones de Aeroméxico, que se ofreció a transportarlo. El equipo llegó finalmente al campo militar de la Secretaría de la Defensa Nacional, que lo distribuyó a los rescatistas. Esa donación alcanzó un valor de 7 MDP.

Eugenio Madero, director general de la firma de autopartes Rassini, es otro de los que decidió actuar. El día después del sismo, cargó camiones con alimentos, plantas de luz y herramientas para la remoción de los escombros. Él y algunos empleados movilizaron la ayuda al Campo Marte, donde estaba uno de los cuatro centros de acopio del DIF Nacional. “Todos hemos puesto nuestro granito de arena”, destaca Alejandra Méndez, directora de Imagen Corporativa y Relaciones Institucionales de Traxión, un grupo de transporte y logística con una flota de 5,000 vehículos. “Hemos transportado de todo, no sólo víveres y medicinas, y lo hemos llevado a Oaxaca, Chiapas, Morelos, Puebla y Estado de México”, agrega.

El apoyo llegó desde todas partes. Tras el temblor, la planta de KIA Motors en Nuevo León y sus 83 distribuidores se convirtieron en centros de acopio. “Transportamos 24,000 botellas de agua, 1,500 latas de atún, 1,500 latas de frijoles, 3,000 jabones personales y 3,000 paquetes de rollos de papel de baño”, detalla Horacio Chávez, presidente de KIA Motors México. Según el directivo, las empresas tienen la capacidad de gestionar la ayuda de forma más eficiente y pueden alcanzar grandes volúmenes en poco tiempo y transportarlos rápidamente

Muchas otras firmas movilizaron sus recursos: Cinépolis, entre otras cosas, aportó voluntarios y tráileres con insumos; Fibra Uno puso en operación equipo pesado de su desarrollo Mítikah –uno de los mayores proyectos inmobiliarios del país– para la remoción de escombros y camiones; Aeroméxico transportó sin costo más de 200 toneladas de enseres y ayuda humanitaria, además de perros y equipaje de rescate; Siemens colaboró con numeroso material; Grupo Kaluz donó láminas, tinacos y cisternas en Xochimilco y Oaxaca; Telefónica envió plantas de luz para subsanar la falta de energía eléctrica; y Peñoles y Fresnillo mandaron cinco brigadas a la capital para realizar trabajos de rescate.

“Estamos aprendiendo que somos un solo México –dice Castañón–, en donde los empresarios no vamos aparte, sino que vamos con nuestros trabajadores y coadyuvamos con la sociedad”

Producción acelerada

Dentro de la línea de producción de la planta de Heineken en Orizaba, Veracruz, hileras de latas azules y grises circulan por las bandas para ser empaquetadas en cajas de 24 que, agrupadas en tarimas de 14 niveles, completan un conjunto de más de 4,000 envases. Pero no es cerveza, sino agua, que llegará a los distintos centros de acopio en los estados afectados por los sismos. En la única fábrica de la empresa que produce la marca Heineken en México, esta labor significa dejar de producir 2.5 millones de latas de cerveza.

Rapidez. Heineken ya tenía un plan para elaborar latas de agua en casos de desastres naturales. (foto: Jesús Almazán)

La firma estaba preparada para esto desde hace tres años, cuando elaboró un plan de acción en caso de un desastre natural. “El agua potable es una de las solicitudes más frecuentes en esos momentos. Por ello, decidimos iniciar la producción de agua enlatada en nuestra planta de Orizaba”, cuenta Dolf van den Brink, CEO de Heineken en México. En 2015, puso en marcha los recursos adecuados y capacitó al personal, y un año después, realizó la primera producción de 50,000 latas. Ahora, su meta es producir y enviar un millón.

Alimentos, bebidas y medicinas han sido, además de maquinaria y herramientas, los productos más necesitados tras el sismo. Por ello, gran parte de las empresas del sector, como Heineken, Grupo Modelo, Alsea, Kellogg’s, Bimbo, Gruma y FEMSA, pusieron en marcha diversas iniciativas en menos de 24 horas.

Grupo Modelo, por ejemplo, organizó un comando logístico, instaló 41 centros de acopio, donó 231,000 botellas de agua y puso en las carreteras más de 400 camiones para transportar víveres. Alsea habilitó cerca de 900 restaurantes como centros de acopio y preparó más de 5,000 cajas con comida para voluntarios y afectados. “Y nosotros canalizamos, de manera inmediata más de 20,000 barras de cereal a los equipos de emergencia y rescatistas de la Ciudad de México”, detalla Virginia Sheng, directora senior de Asuntos Públicos de Kellogg’s Latinoamérica.

Por su parte, FEMSA proporcionó, de manera inmediata café, alimentos y agua a través de sus tiendas OXXO en las áreas con más afectaciones; La Comer puso dos despensas por cada una que compraron sus clientes y las repartió en Morelos, Oaxaca y Chiapas, casa por casa; Bimbo movilizó su flota de transporte y donó alimentos; Constellation Brands mandó desde su planta de Coahuila 500,000 latas con agua potable; y Gruma instaló sus ‘tortimóviles’ en zonas de emergencia y suministró 22 toneladas de harina de maíz.

Las farmacéuticas también hicieron su labor. Ese 19 de septiembre, Rodrigo Puga, director general y presidente de Pfizer México, tenía un compromiso en Nueva York, pero cuando iba de camino al aeropuerto decidió dar la vuelta. “En el trayecto de regreso a la oficina me conecté y empecé a organizar un comité de crisis”, cuenta. “Hemos entregado 33,000 unidades de medicamentos con productos como antibióticos, analgésicos y productos para tratar el estrés postraumático”.

Medicinas. Otras empresas, como Pfizer y Grupo Pisa, mandaron medicamentos para los damnificados por el sismo. (foto: Jesús Almazán)

Grupo Pisa, Boehringer Ingelheim y Roche también destacaron. “Los trabajadores han sido increíbles. Los centros de distribución de México y Guadalajara trabajaron hasta las tres de la mañana preparando paquetes de medicamento”, comenta Antonio Zavala, director de Relaciones Institucionales de Grupo Pisa.

La hora de reconstruir

Una vez pasadas las labores de rescate, llegó el momento de pensar en la reconstrucción. Para ello, el CCE creó el fideicomiso privado Fuerza México, que administrará y operará las donaciones de las organizaciones empresariales para la reconstrucción.

Se constituyó a través de Nacional Financiera (Nafin). “Es una historia que ilustra muy bien la cooperación del sector público con el sector privado en la atención de esta emergencia”, cuenta Luis Dantón Martínez, director general adjunto jurídico y fiduciario de Nafin. “La Secretaria de Hacienda comenzó a recibir llamadas y ofrecimientos de ayuda de México y de fuera de México. Y no queriendo desaprovechar esta oportunidad, convocó a una junta para que viéramos cómo podíamos estructurar un fideicomiso que recibiera estos recursos y que fuera lo más transparente”.

Los fines del fideicomiso, explica, son tres: la construcción y reconstrucción de vivienda, la rehabilitación y restauración del patrimonio cultural, y el desarrollo de equipamiento e infraestructura. No contará con recursos públicos, sino que se nutrirá de las aportaciones privadas de México y del extranjero –empresas como Uber, Google y Facebook anunciaron ya que donarán dinero para la reconstrucción– y estará operada por el CCE, que conformó un comité técnico con representantes empresariales y directivos de organismos de transparencia y anticorrupción.

“Las empresas que quieren ayudar, requieren de un vehículo que aplique los recursos, y que éstos lleguen a la reconstrucción de viviendas, de hospitales, de escuelas”, dice Castañón. Además, buscará sinergias con las fundaciones privadas que también apoyarán la reconstrucción. Por ejemplo, la Fundación Carlos Slim se comprometió a donar 5 pesos por cada peso que reciba a través de sus empresas.

Varios empresarios destacan que de este esfuerzo puede salir algo positivo. “Esta coyuntura puede servir para transformar la Ciudad de México en una ciudad más resiliente, más digna, con mejores planes para afrontar este tipo de desastres, con mayores oportunidades de vivienda, con mejor infraestructura”, asegura Shabot. “Pero eso no se va a lograr sólo si el gobierno hace su chamba. Como empresarios, tenemos que estar ahí, en la línea de fuego, vigilando la labor del gobierno, aportando recursos, involucrándonos”.